10 Años con mi Maestro Adrià

“Como puede venir alguien a decirme que mi hijo adorado, mi principito, mi niño pequeño está muerto. Que nunca más volverá a entrar por la puerta, que nunca más lo podré abrazar, que nunca más lo podré abrazar, que nunca más lo podré reñir, que nunca más podremos compartir confidencias, ni jugar, ni cocinar, ni ver la tele.

Todo se ha acabado. Es como traspasar una línea delgadísima que a penas se ve y encontrarte sumida en un abismo, en un gran pozo, como un agujero negro, sin principio ni final. Todo está oscuro, ya no hay luz. Me quiero morir, solo deseo morirme. Quiero irme con él. Nada tiene sentido. No siento mi cuerpo: noto como si un puñal me atravesara el pecho. Siento que me ahogo. Me cuesta respirar. Las piernas me fallan y solo quiero escapar, salir corriendo hasta caer en el suelo sin aliento. El mundo se me cae encima. Nada tiene sentido.” (Página 22 – 23 del libro edición en castellano)

 

Cuando empieza el año siento que mi cuerpo se prepara para volver a revivir todo el dolor y toda la oscuridad que me tocó vivir en aquel momento.

Conecto con la emoción. El recuerdo vuelve a tocar mi corazón y de repente siento las emociones vividas por aquél entonces; no lo puedo evitar. Siento como me ahogo en mi propio silencio, como va calando en mis huesos y como me voy rompiendo en mil pedazos.

Después de 10 años de ir buscando respuestas a mis preguntas, de ir creciendo poco a poco como persona y aprendiendo a conectar con mi ser, bendigo con todo mi amor el día que desde dentro de mis entrañas sentí la necesidad de pedir ayuda al Universo.

Aquel día me rendí literalmente a sus pies. Estaba agotada y me sentía sin fuerzas, cansada de sentir el dolor en mi alma y en mi cuerpo.

Recuerdo este momento y no lo puedo expresar en palabras porqué es un sentimiento muy profundo. Es un grito de dolor al cielo, es un no puedo más; ya no tengo más llanto ni más fuerza.

Grito al Universo: ¡¡¡Aquí estoy!!! ¡¡¡Haz lo que quieras conmigo!!!  ¡¡¡Me rindo!!!

De repente no sé como, la oscuridad se fue transformando en Luz. Una luz que me iba cubriendo e iba penetrando en mi ser. Muy despacio todos los pedazos de mi ser se iban uniendo y recomponiendo.

Empecé a confiar en esta energía que no veía. Puse mi vida en sus manos y me dejé abrazar por ella. No la veía físicamente, pero era real como el aire, como el viento y como el oxígeno que respiramos y nos da la vida.

Ahora se que esta energía que caló en mis huesos y en mi alma es la energía positiva de la vida y se llama AMOR.

Mi mirada hacia el mundo iba cambiando y en consecuencia mi realidad se iba transformando, hasta que renació una nueva KIMI.

Una nueva Kimi que se sentía apoyada y protegida por la Energía Universal, que miraba al cielo y sentía gratitud por todo lo que tenía y había tenido.

Los casi 18 años que compartí con mi hijo Adrià es para mi un Regalo Divino y no lo cambiaría por nada en el mundo y lo agradezco con toda mi alma.

Agradezco y bendigo todo lo que he aprendido. Lejos estaba de pensar hace 10 años que escribiría un libro basado en el Amor y en la Gratitud. “Te Amo, Gracias”, Un libro que con mi experiencia está ayudando a muchísimas personas y que es más que un libro. Se ha convertido en un proyecto vital que he llamado Kimicor y que su finalidad es ayudar a los niños y mantener la energía de mi hijo Adrià viva.

Ni yo misma puedo creer todo lo que he creado y estoy creando solo cambiando mi vibración e incorporando a mi vida las Leyes del Universo.

Resumo estos 10 años diciendo GRACIAS, GRACIAS GRACIAS a mi hijo ADRIÀ por ser mi MAESTRO y GRACIAS GRACIAS GRACIAS a mi hijo DAVID que me acompaña físicamente en este Plano, por todo su apoyo, todo su amor y por ser una gran persona.

Hoy tengo ganas de decir públicamente que me siento muy orgullosa de él. Y gracias por el apoyo que durante todos estos años él me ha brindado.

Bendiciones para mis dos hijos. Adrià en el Cielo y David en la Tierra.

GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS.

 

 

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