Acompañar a un ser amado a transitar un duelo

¿Cómo acompañar a un ser amado que está transitando un duelo?

Una de las preguntas más frecuentes que me hacen muchas personas es cómo pueden acompañar a un ser amado, sea un familiar o un amigo, que está en un proceso de duelo. Para mí la respuesta es muy sencilla: simplemente estando y escuchando. Otra de las preguntas más recurrentes es

¿Qué le puedo aconsejar a este ser amado para que se encuentre mejor?

Mi respuesta es: NADA.

Simplemente, silencio, repito, estando y escuchando. Parece muy sencillo y a la vez no lo es.


Desde la visión del otro yo sé que no es nada fácil porque nadie nos enseña a acompañar un duelo. La muerte, aún hoy en día, se considera un tema tabú y se prefiere no hablar nunca de ella porque da miedo. Si hablamos de la muerte parece que la atraemos hacia nosotros, por lo tanto, preferimos que este tema no forme parte de nuestras vidas. De hecho, si lo pensamos bien es absurdo porque desde el primer momento que nacemos lo único que tenemos seguro es que un día moriremos y marcharemos de este plano para volver a casa.

Todos estamos en la fila sin saberlo. Cada segundo alguien deja este mundo atrás, nunca sabemos cuántas personas están delante de nosotros, no podemos salir de la fila y ni tan siquiera podemos evitarla.

Ricos, pobres, jóvenes, viejos… Da igual nuestro sexo, condición social o raza, todos formamos parte de esta fila y aun así preferimos no hablar de ella, porque “si no hablamos, igual no llega este momento”. Pero sí o sí va a llegar el día que la muerte va a llamar a nuestra puerta, sea a través de un familiar, conocido o amigo. En aquel instante nuestro corazón se encoge porque sentimos su dolor y queremos acompañarlo, pero no sabemos cómo hacerlo.

Actuamos de acuerdo con nuestras creencias y repetimos patrones de todo lo que hemos aprendido de nuestros padres y familiares y no nos damos cuenta de que a veces con nuestras palabras podemos hacer aún más daño. No lo hacemos conscientemente, todo lo contrario, queremos ayudar y ser útiles. No queremos ver sufrir a nuestro familiar o amigo que está viviendo en su propia piel el duelo y entonces es cuando con la mejor intención decimos frases sin sentido como:

“No llores”, “el tiempo lo cura todo”, “has de ser valiente”, “tú eres el pilar de tu casa”, “piensa que tienes otro hijo”, “piensa en la familia”, “tienes que ponerte mejor”, “tienes que distraerte”, “tienes que comer porque vas a enfermar”, “ya verás que pronto todo pasará”, “un día sin darte cuenta volverás a reír” y una frase que yo recuerdo especialmente porque me dolió en el alma es: “Tu hijo es una flor tan hermosa que Dios la quiere en su jardín”.

En este preciso instante, mientras lo escribo, aún resuenan estas frases en mi mente y duelen, ¡duelen mucho!

Para la persona que está transitando el duelo no existe ni el tiempo ni el espacio. Está viviendo un mundo dentro de otro mundo y en su mente y en su corazón solo existe el pensar y sentir que su ser amado ya no está en este plano, que nunca más lo verá físicamente y además no entiende por qué se ha marchado. Todo se ha derrumbado a su alrededor, la vida deja de tener sentido y lo que había construido hasta aquel momento ya no existe. Es como un castillo de naipes cuando todas las cartas se han caído al suelo. En aquel momento todo es oscuridad y esa persona necesitará mucho tiempo para volver a construir una nueva realidad. La única manera de sanar el dolor es viviendo intensamente todas las emociones que forman parte del duelo:

La ira, la rabia, la negación, la tristeza, etc. Y se hace a través del llanto, de poder expresar y compartir todo el dolor que esa persona siente en su corazón.

El llanto es altamente sanador y el doliente tiene todo el derecho del mundo de poder llorar y hablar sobre la pérdida de su ser amado porque en ese momento es lo único que le llena en la vida. No me gusta mucho dar consejos, pero me gustaría decir que en los momentos dolorosos, oscuros e intensos lo más importante es escuchar y dejar llorar.

Personalmente, creo que son las herramientas más relevantes para empezar a sanar y poder encontrar la paz dentro del corazón. Por eso si algún día eres acompañante en duelo, simplemente abraza, escucha y da la mano a ese amigo o familiar. Deja que llore, que grite, que patalee, que enseñe fotos, que hable sin cesar de su pérdida, que te explique todo lo que ocurrió: de qué ha muerto, qué sucedió, qué personalidad tenía, cuáles eran sus gustos, si le gustaba la música, cuál era la relación con ella, etc.

Acompáñalo, escúchalo y si prefiere el silencio, simplemente siéntate a su lado para que sienta tu calor y ponte en su piel.

Al final del trayecto será un gran aprendizaje compartido de vida, tanto para el doliente como para el acompañante.

Y recuerda: El amor lo sana todo y escuchar y estar presente es amor incondicional.

❤️ GRACIAS, ❤️ GRACIAS, ❤️ GRACIAS ❤️

BENDICIONES

Artículo publicado en Brillanes Sensaciones, donde hago colaboraciones

1 comentario en «Acompañar a un ser amado a transitar un duelo»

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