Sobre la portada de mi libro «Te Amo, Gracias»

Desde que empecé a escribir mi libro tenía claro que el título sería «Soy Luz».  Lo tenía clarísimo, porque es lo que sentía en ese momento y porque mi actitud delante de la vida era positiva.

 

A medida que iba creciendo y conociendo a personas con quien compartía talleres de crecimiento personal, algo dentro de mí se iba moviendo. Veía luz por todos sitios. Me di cuenta de que todos somos luz. Entonces pasó algo aparentemente normal: un amigo mío cumplía años y quería felicitarlo de una forma diferente. El día antes de su cumpleaños, por la noche, al terminar mi trabajo en la tienda, empecé a buscar por los cajones hasta encontrar un recorte de cartulina negra que había utilizado para promocionar ofertas. También encontré un montón de rotuladores de colores vivos. Recuerdo que, en ese momento, mi mente solo tenía un objetivo: felicitar a mi mejor amigo. Ahora soy consciente de que fue uno de esos momentos donde el tiempo y el espacio desaparecen para dar lugar al aquí y al ahora, todo envuelto además de un gran sentimiento de gratitud. Igual que una niña, de pie al lado del mostrador, empecé a escribir «Felicidades, Te Amo, Gracias». Llené toda la cartulina con estas tres palabras y con pequeños corazones. Cuando acabé, le tomé una fotografía y al día siguiente se la mandé.

 

Al cabo de unos días, desde el mismo teléfono, recorté la palabra «Felicidades» y, una vez modificada la fotografía, me la puse como fondo de pantalla del móvil. Pasó el tiempo, uno o dos meses, y me olvidé de ello. Hasta que un maravilloso día, al levantarme, empecé con mi ritual mañanero de agradecimiento al Universo.

 

«Gracias Universo por estar sana. Gracias, gracias, gracias. Gracias por tener una maravillosa familia. Gracias, gracias, gracias. Gracias por tener a un equipo de trabajo tan fantástico. Gracias, gracias, gracias. Gracias por toda la abundancia económica que me llega cada día. Gracias, gracias, gracias. Gracias por todo lo que mi hijo Adrià me enseña cada día. Gracias, gracias, gracias…» Y unas cuantas gratitudes más.

 

Cuando terminé miré el móvil y un rayo de luz atravesó mi corazón. Todo tomó un nuevo sentido. Me quedé boquiabierta mirando ese fondo de pantalla. ¡Aquella sería la cubierta de mi libro! El fondo negro, las palabras escritas de mi puño y letra con mis rotuladores de colores y los dibujos de mis corazones. No lo dudé ni un solo instante, simplemente lo sabía: sería la cubierta de mi libro. Aquel dibujo era mi historia, mi dolor, mi impotencia, mi tristeza, el pozo donde había caído y que formaba parte de mi existencia. El color negro de la cartulina era la oscuridad absoluta que había sentido. Era la ausencia total de luz. Inspiré hondo y se hizo el silencio. Se encogió mi corazón y en un momento me transporté a otro lugar. Observando aquel color conecté con mi yo más interno. Pero de repente mi mirada cambió de sentido y se fijó en las letras que escribí con tanto amor. Los colores brillaban como nunca. Aquellas palabras estaban llenas de luz, de vivencias, de maravillosos momentos, del amor de mi familia, siempre a mi lado; de la constancia y voluntad de mi equipo de trabajo, que muchas veces ocuparon mi puesto; de la compañía y el soporte de mis amigos, con los que he compartido estos últimos años. ¡Uf! Era como ver un baile de colores, de alegría. Poco a poco todo tomaba sentido.

 

Más adelante, la persona que se encargaba del marketing me dijo que le encantaba la fotografía de aquel dibujo, que era muy fresco, y me pidió el original para poder hacer la cubierta. Busqué desesperadamente el dibujo por toda la casa, pero no lo encontraba. No lo encontraba por ninguna parte porqué jamás me había planteado que podría necesitarlo para hacer la cubierta del libro. Yo solo lo hice para felicitar a mi amigo. El diseñador me explicó que necesitaba el dibujo original para poderlo vectorizar, ya que era necesario no solo para el diseño de la cubierta, sino también para hacer las tazas, las libretas, los globos… y todo lo que mi mente ya empezaba a proyectar.

 

Cuando entendí el concepto de la palabra vectorizartodo me acabó de encajar. Cada píxel, cada puntito, representa para mí todas aquellas personas a las que les llegará el libro en un futuro, y todos los proyectos y todas las cosas positivas que formarán parte de mí. Y todas las personas y todos esos puntitos se han unido para dar forma a mi sueño y hacerlo realidad.

 

Escribir este libro, expandir amor y sonrisas, y ayudar a otros, como por ejemplo a los payasos de hospital Xarop Clown.  ¿Como queréis que mi corazón no palpite con fuerza? Es difícil poner palabras a todo lo que he sentido y siento todavía. Pero de lo que sí estoy muy segura es que escribir este libro ha devuelto la vida a mi hijo, porque, de una manera u otra, y a través de este libro, él continúa viviendo. Entrará dentro de muchas casas, muchas personas conectarán con él y sabrán quién era Adrià.

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GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS.

 

Es mi manera de expandir Amor. ¿Me acompañas?

 

 

Categorías Libro

1 comentario en «Sobre la portada de mi libro «Te Amo, Gracias»»

  1. Gracias por cada palabra kimi, Gracias por cada sentimiento amiga, Gracias por cada emoción…
    Eres un ser de Luz, que irradia amor por donde vas…
    Tienes tanta energía, que con decirnos »chas », aparecemos a tu lado.
    Adriá vive por ti y a través de ti y tú por él y a través de él.
    GRACIAS,GRACIAS,GRACIAS, JE T’ AIME Amor ???

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